Investigación universitaria y empresa en Euskadi

Por Jon Bilbao, director del Departamento Jurídico Laboral de Confebask

La interacción intensa y fluida entre la Universidad y la empresa, entre el conocimiento, la investigación y el tejido productivo, constituye un factor de competitividad de primerísimo orden.

Sin embargo, a pesar de tenerlo todo, un  territorio pequeño, un tejido empresarial sólido y tres Universidades, UPV, Deusto y Mondragón, no acabamos de dar con la tecla para que esta relación sea todo lo eficaz que se requiere. En buena medida, vivimos en mundos paralelos con objetivos, valores y lenguajes distintos.

En realidad, esta distancia con la empresa no es exclusiva de la Universidad sino que lo es de todo el sistema educativo español. Llevamos a nuestros hijos a visitar museos pero raramente  a ver empresas.

Esta falta de relación tiene en Euskadi una excepción notable que es la FP, especialmente, la industrial en la que centros y empresas interactúan compartiendo no solo actuaciones y proyectos concretos, sino también objetivos, valores y hasta el mismo idioma. La clave de esta interrelación es tan simple como elemental: empresas y centros se conocen y se conocen bien y a partir de esa base tan sencilla, tan de perogrullo, han construido una potente infraestructura de colaboración.

Esta interacción, por lo general, no se produce con la Universidad aunque haya excepciones tan notables como en su día fue la Universidad Comercial de Deusto capaz de facilitar a las grandes instituciones financieras e industriales del País los equipos humanos que necesitaban. Algunas Universidades y, especialmente, algunas facultades siguen manteniendo una relación privilegiada con el mundo de la empresa pero no es la regla general.

Tampoco lo es  en el ámbito de la investigación como señala el “Informe de la Encuesta de Transferencia de Investigación y Transferencia de Conocimiento 2014 de las Universidades Españolas.” Cuando observamos el mundo de la investigación, nos volvemos a encontrar con el mismo problema, es decir, dos mundos, Universidad y empresa, que transitan en paralelo con visiones e idiomas distintos.

Probablemente en la raíz de esta divergencia se encuentre el contraste entre el valor angular de la investigación universitaria que es la excelencia, la cual, requiere tiempo y dedicación, a veces, de por vida, con el valor de la inmediatez que rige en la empresa necesitada de resolver retos y problemas que no admiten demora.

Esta diferencia tan sustancial entre ambos valores es la que orienta a la Universidad hacia la investigación básica mientras que los centros tecnológicos y las propias empresas se centran en la investigación aplicada. Sin embargo, esta distinción llevada a rajatabla separa dos mundos, Universidad y empresa, que se necesitan intensamente.

El caso es que las mejores Universidades del mundo mantienen una relación muy fuerte con el tejido empresarial y no solo compatibilizan, sino que enriquecen mutuamente la investigación básica y la aplicada.

Pero, como hemos aprendido de la FP, eso solo es posible cuando los interlocutores se conocen lo que no parece ser el caso entre la Universidad y la empresa vasca tal y como señalaba el informe sobre educación superior en la CAPV que la OCDE realizó en 2012. Este “limitado contacto”, que decía la OCDE, es el que hay que intensificar haciendo confluir la investigación universitaria y las necesidades de la empresa, aprendiendo a conjugar las ciencias de la naturaleza con, por ejemplo, el marketing o haciendo confluir el valor de la excelencia con el de la gestión empresarial.

Es tal el potencial competitivo que puede aportar a la CAPV  una relación efectiva entre Universidad y empresa, que estamos obligados a hacer un esfuerzo para acercarnos; unos y otros. El reto es compartido.