20190331

La inversión extranjera que se dirigió a Euskadi en 2018 alcanzó los 969,2 millones de euros, lo que supone un descenso del 64% en relación a los 2.691 millones de euros captados por el País Vasco un año antes, según datos del Ministerio de Industria. Este notable descenso de la inversión foránea en la comunidad autónoma vasca se debe a que en 2017 se materializó la fusión entre Gamesa y Siemens Wind Power. De esta forma, el sector alemán dedicado al suministro de energía eléctrica aportó en Euskadi 1.905 millones de euros. Por países, el que más invirtió en Euskadi durante el pasado año fue México, con 315,4 millones de euros (32,5% del total recibido por el País Vasco), mientras que empresas de Países Bajos aportaron 290 millones, un 30%.

En apenas unos meses, las siete grandes plantas que fabrican automóviles en España, y toda la industria auxiliar con la que trabajan en sus zonas, han pasado de liderar el crecimiento económico a dar algún síntoma de debilidad con anuncios de recortes de plantillas o pérdidas de producción. El conocido «el diésel tiene los días contados», que la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, enarboló supuso un punto de inflexión al que ahora tienen que adaptarse las grandes marcas. Las señales de alerta han sonado en algunas instalaciones: esta misma semana, Nissan comunicaba su intención de reducir en 600 el número de empleados en la planta de Barcelona. En Almussafes (Valencia), Ford perderá un 10% de su carga de trabajo, porque la firma ha decidido trasladar a México 40.000 unidades de la Transit Connect. Pero al mismo tiempo, el miércoles, el presidente de Volkswagen, Herbert Diess, daba un espaldarazo a la planta de Seat en Martorell: desarrollará una plataforma para vehículos eléctricos, con hasta 300 ingenieros altamente cualificados.

Euskadi cuenta con la mayor concentración de tejido industrial especializado en energía eólica de todo el mundo. Empujadas por Iberdrola y Gamesa –desde hace dos años fusionada con Siemens–, y también por la colaboración público-privada, se han desarrollado un centenar de empresas, muchas de las cuales han alcanzado una relevante cuota mundial. Todas ellas viven con gran expectación la celebración la semana que viene en el BEC, entre el martes y el jueves, del mayor congreso del sector, el organizado por la patronal europea WindEurope, que será inaugurado por el Rey.

Hubo un tiempo en Araba, a mediados de los 60, donde una empresa llamada Cegasa dominaba el mundo de las pilas y las baterías con el pulso firme y el carácter visionario de su impulsor, el irrepetible Juan Celaya Letamendia. Hoy, casi cuatro décadas después, Araba vuelve a estar en la encrucijada Con el debate más vivo que nunca en torno al futuro de la industria local si un día desaparecieran de la escena empresarial Mercedes o Michelín, expertos y tendencias vuelven a situar el ámbito de la energía, en este caso el almacenamiento de la misma, como uno de los vectores en torno al cual podría pivotar el cambio de paradigma del nuevo modelo energético, al que muchos consideran ya la nueva revolución industrial.

La Gran Depresión forzó el movimiento de las placas tectónicas de las corporaciones, los grupos se extendieron a otros territorios, huyeron de débiles mercados locales. Pero hasta el infinito tiene un límite, y ahora la mutación ya no es (solo) territorial, es del propio negocio: vender lo sobrante y entregarse a ensayar el futuro. Apple lo ha hecho esta semana con el anuncio de su incursión en el mundo de la televisión y de las tarjetas de crédito porque no confía en que sus ventas de móviles vayan a sostener la compañía. En la estela, las petroleras abrazan las energías limpias, la banca deja de manosear billetes y explota los servicios, las fábricas de automóviles ensayan fórmulas para que los coches no se compren y las operadoras telefónicas hasta se atreven a dar préstamos personales.

La Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia (CNMC) ha desmantelado y sancionado a 60 cárteles compuestos por 400 empresas e incluso la mitad de las que componen el selectivo Ibex desde 2013. El último, el de la trama para amañar 275 concursos públicos de Adif, muestra la proliferación en España de pactos ilícitos contra el Estado y los consumidores.

Si su éxito se midiera en números absolutos, estaríamos ante uno de los mayores triunfos mundiales. En seis años, España ha pasado de tener cero a contar con decenas de sociedades anónimas cotizadas de inversión en el mercado inmobiliario, más conocidas como socimis. Bajo esa denominación se agrupan en las Bolsas españolas 72 compañías. Cinco lo hacen en el mercado continuo y el resto en el Mercado Alternativo Bursátil (MaB). La cifra sitúa a España por delante de Japón, que tiene listadas en Bolsa 63 J-REIT (como se llama allí a las socimis). EPRA, la patronal europea de cotizadas del sector inmobiliario, elabora un informe anual y el último, con datos de junio de 2018, situaba a España todavía como tercer país del mundo. Por delante estaban Japón, entonces con 61, y EE UU, que se destaca mucho con 200. Pero la proliferación de este tipo de sociedades en España auguraba un adelantamiento rápido. Con datos actualizados de los mercados, ya se ha producido.

De las universidades vascas salen cada curso 2.000 profesores de Infantil a Bachillerato. El desplome de la natalidad que ya ha comenzado a cerrar aulas y colegios lleva a pensar que esa cifra es excesiva, pero hay que tener en cuenta que en la próxima década se van a producir 12.000 jubilaciones de docentes en las dos redes, pública y privada-concertada. El sistema de enseñanza vasco registra, además, un crecimiento sostenido de la inmigración y destina mayores recursos a la educación que otras comunidades –principalmente en la escuela pública–, con menores ratios de alumnos por profesor, más refuerzos educativos y para la atención a la diversidad, que se traducen en contrataciones. Los maestros disfrutan en la actualidad de una tasa de empleo cercana al 83%.

El año no arrancó bien, pero superado el primer revés –los coletazos de la ‘crisis del diésel’ todavía se aprecian en muchas plantas automovilísticas– la situación parece haberse normalizado. Aunque la incertidumbre sigue latente en el ambiente dentro de la planta de Mercedes Benz en Vitoria, y qué pasará después del verano es la gran incógnita en la principal industria vasca y la única fábrica dedicada a la producción de vehículos en serie. De su cadena de montaje está previsto que salgan este año 152.000 unidades de la furgoneta Vito y el monovolumen Clase V. Si se cumple el programa operativo, sería una cifra récord en la factoría alavesa, cuyo impacto en la economía de Euskadi es vital: emplea de manera directa a más de 5.000 personas, representa el 5% del Producto Interior Bruto (PIB) y sus exportaciones suponen el 15% de la balanza comercial vasca.

[…]«¿Cómo será el mundo dentro de 30 años? ¿Cómo vivirán los seres humanos en el año 2050? ¿Cómo cambiarán las cosas en las próximas décadas? Aprovechando el 30º aniversario de nuestro Encuentro Empresarial, el mismo que desde hace tres décadas acompaña a nuestra Junta General de Socios, en Elkargi nos hemos planteado esas y otras cuestiones. Y como ocurre siempre, después de hacerlo, tenemos más preguntas que respuestas. Pero a pesar de ello, hemos querido intentarlo, deseamos arrojar luz, por débil que ésta sea, sobre algunos de los temas que marcarán nuestro devenir como personas y como sociedad. Y es por eso que nos hemos impuesto el reto de que nuestro 30º Encuentro Empresarial, que tendrá lugar el próximo 10 de abril en el Kursaal de Donostia-San Sebastián, pose su mirada sobre ese futuro que ya está a las puertas, sobre ese año 2050 que viene, y que lo haga utilizando los prismáticos del diálogo y la reflexión».